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En el corazón de Siberia, en la ciudad de Nazarovo, tuvo lugar una historia que suena a novela de espías. En un terreno del tamaño de cuatro campos de fútbol, se registró oficialmente un edificio industrial. Pero ese edificio no existía en absoluto. En su lugar se ocultaba una inmensa operación de minería de bitcoins. La operación recaudaba decenas de miles de euros mensuales completamente fuera de la vista de las autoridades.
Explotación minera de Bitcoin de treinta mil metros cuadrados
La historia comienza con un truco burocrático tan simple como brutal. Según un mensaje publicado en Telegram por la Fiscalía de Krasnoyarsk, los explotadores habían registrado perfectamente su terreno de treinta mil metros cuadrados como la ubicación de un edificio no residencial. Sobre el papel, todo parecía correcto, pero en realidad no se veía ningún edificio. Lo que sí había era una impresionante colección de equipos de minería, kilómetros de cables eléctricos y robustas vallas de seguridad.

Este camuflaje no se eligió a la ligera. La minería de Bitcoin requiere grandes cantidades de electricidad, y en Siberia la energía es relativamente barata. Haciéndose pasar por una industria legítima, los operadores esperaban pasar desapercibidos. Durante meses, lo consiguieron; la operación funcionaba a pleno rendimiento, ingresando unos 50.000 euros en bitcoin al mes.
Conectado ilegalmente, peligroso para todos
Sin embargo, el verdadero problema no radicaba sólo en el disfraz, sino en la forma en que la instalación se había conectado a la red eléctrica. Sin permiso ni licencia, los explotadores habían conectado sus hambrientos ordenadores mineros directamente a la red eléctrica municipal. Para la empresa regional de suministro eléctrico fue una pesadilla.
La enorme demanda de energía de la planta aumentaba considerablemente la probabilidad de cortes de suministro. Peor aún, la conexión no cumplía las normas de seguridad, lo que suponía un riesgo para todo el vecindario. Las autoridades locales advirtieron de posibles cortes de electricidad que podrían afectar no sólo a la explotación minera, sino a barrios enteros.
Advertencias ignoradas
Lo que hace especial este caso es la obstinación de los operarios. No es que las autoridades los hubieran pasado completamente por alto. La fiscalía ya había emitido advertencias por violaciones de la seguridad contra incendios y otras infracciones de las normas de seguridad pública.
Pero en lugar de corregir o detener su actividad, los operadores optaron por seguir adelante como si no pasara nada. Esta actitud les costó la vida. Un juez acabó ordenando el cierre inmediato de todo el complejo.
Un patrón más amplio
El caso de Nazarovo no es aislado. Historias similares están apareciendo por toda Rusia. En la región de Buriatia, por ejemplo, se descubrió un camión con 95 ordenadores mineros en su interior, conectados en secreto a una línea eléctrica que en realidad iba destinada a un pueblo cercano.
Estos incidentes ilustran una interesante paradoja de la Rusia moderna. Desde 2024, el país ha legalizado oficialmente la criptominería, pero es precisamente en las zonas donde es más lucrativa -regiones con energía barata como Irkutsk y Krasnoyarsk- donde está causando más problemas. La demanda de energía ha crecido de forma tan explosiva que el gobierno se ha visto obligado a imponer restricciones.
El problema va más allá de las conexiones ilegales. Cada vez hay más informes de ciberdelincuentes que secuestran ordenadores corporativos para minar criptomonedas como el monero. Esto no solo implica el robo de potencia de cálculo, sino que a menudo implica el secuestro de información sensible, incluidos datos de criptocarteras y claves privadas.