Foto: bruno talledo/Shutterstock
El uso de jets privados ha aumentado considerablemente en los últimos años. Cada vez más personas que se unen a los ultra ricos optan por desplazarse en avión privado. Ya no es el Ferrari o la casa de vacaciones en los Hamptons lo que subraya el estatus de riqueza extrema, sino la comodidad de tener un jet privado.
Tras la pandemia, la demanda de vuelos privados aumentó considerablemente. Al principio fue por motivos de salud, pero ahora es principalmente una expresión de lujo. La cultura popular y las redes sociales han reforzado esta imagen: desde modelos que vuelan a una despedida de soltera en México hasta empresarios que se desplazan entre eventos internacionales.
Nuevos millonarios, nuevos hábitos
Según estimaciones de la consultora Altrata, en 2024 habrá un número récord de personas con más de 30 millones de dólares en activos. Solo en Estados Unidos, el año pasado se sumaron más de mil millonarios al día, según cifras de UBS.
Cada vez más, estos nuevos ricos pagan sus vuelos con criptomonedas. Otros compran una parte de un avión mediante las llamadas «tarjetas jet» o se unen a colectivos para compartir los gastos.
Uno de ellos es Maxx Chewning, que vendió su empresa de dulces por 75 millones de dólares. Inmediatamente gastó $100.000 en un vuelo con sus amigos y su perro a la estación de esquí de Vail. «Lo curioso es que necesitaba un jet privado para llevar a mi perro», dice.
Lujo a gran altura
El lujo a bordo de estos vuelos va más allá de los cómodos asientos. Algunos vuelos sirven langosta, filete mignon o platos de chefs como Nobu Matsuhisa. Los auxiliares de vuelo pueden incluso ofrecer tratamientos para el cuidado de la piel con productos de marcas de primera línea como Dr. Barbara Sturm.
Flexjet, uno de los proveedores de vuelos privados, organizó recientemente un evento exclusivo en el lago de Como, en Italia, que incluyó una exposición de joyas con piezas del proveedor oficial de la corte británica Garrard.
«Ser rico vuelve a estar de moda»
Según Kenn Ricci, presidente de Flexjet, la vergüenza por el lujo ha disminuido desde la crisis financiera de 2008. «Ser rico vuelve a estar de moda», afirma. «A veces amamos a los ricos, a veces los odiamos».
Para algunos, volar en privado se ha convertido en algo habitual. La empresaria Tennille Holt gasta cada año miles de dólares en vuelos junto con su marido y su perro cavapoo Hudson. Solo un vuelo de Australia a Los Ángeles les costó a la pareja $200.000. «Es la opción más cómoda para Hudson», afirma.
Del helicóptero a la ventaja fiscal
No solo los individuos ricos, sino también sus asesores financieros están aprovechando esta tendencia. Gestores patrimoniales como Goldman Sachs ayudan a financiar y adquirir aviones. Además, la legislación fiscal estadounidense prevé deducciones fiscales para los aviones utilizados con fines comerciales.
Kevin Hooks, un veterano de la industria farmacéutica, gasta cada año alrededor de $800.000 en vuelos en jet privado. Desde hace poco, también utiliza helicópteros para ahorrar tiempo. «Una vez, mi hijo me preguntó en un vuelo regular: «¿Quiénes son todas estas personas en el avión?»».
La línea entre el lujo funcional y el estilo de vida excesivo se difumina cada vez más. Una cosa está clara: hoy en día, quien realmente cuenta en el mundo de la riqueza extrema, lo hace a 12 kilómetros de altura. ¿Será esto también válido en el futuro para poseer 1 Bitcoin?
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