Foto: Shutterstock.com/Nikolas Gregor
Un ex policía australiano pensó que podía proteger su jubilación invirtiendo en criptomonedas. En lugar de eso, perdió todos sus ahorros a manos de un sofisticado estafador en Tailandia. La historia demuestra que incluso personas con años de experiencia en la persecución de delincuentes pueden caer víctimas de las modernas estafas relacionadas con las criptomonedas.
De la amistad a la trampa
Michael Reinecke, un agente jubilado de Queensland, conoció a través de las redes sociales a un hombre que se hacía pasar por un exitoso empresario del sector de las criptomonedas. Este «Alex», presuntamente un alemán residente en Phuket, se ganó la confianza de Reinecke durante más de un año.
Poco a poco, Alex le introdujo en el mundo de las inversiones en criptomonedas. Le mostró gráficos y paneles de control convincentes y le prometió rendimientos mensuales del 5 al 10 %.
Por supuesto, esto suena atractivo para mucha gente, pero en la práctica, rendimientos tan altos y estables son casi siempre poco realistas y, a menudo, un indicio de estafa. Tras varias reuniones, Reinecke decidió transferir los ahorros de toda su vida.
Poco después, Alex afirmó que la plataforma comercial se había colapsado y que le habían robado el teléfono, por lo que, supuestamente, el dinero había desaparecido. A continuación, desapareció sin dejar rastro. La policía tailandesa dio a conocer todos estos hechos a través de un comunicado de búsqueda.
¿Por qué los jubilados suelen ser el blanco de los estafadores de criptomonedas?
Estas estafas, en las que los estafadores primero se ganan la confianza de sus víctimas antes de atacar, se denominan «pig butchering scams» y son cada vez más frecuentes en el mundo de las criptomonedas.
Los jubilados y los expatriados suelen ser el blanco de estos ataques, ya que suelen disponer de ahorros y, en ocasiones, tienen menos experiencia con las monedas digitales.
Los estafadores suelen utilizar cuatro técnicas: mediante ingeniería social, se ganan la confianza de sus víctimas entablando relaciones de amistad o románticas; a continuación, hacen promesas poco realistas de rendimientos elevados y estables, crean plataformas falsas que parecen profesionales y auténticas, y desaparecen en cuanto reciben el dinero.
En 2025, el número de criptoactivos perdidos por hackers y estafas ya ha aumentado casi un 89 % con respecto al año pasado. Por ello, las empresas de seguridad advierten de que se comprueben siempre las plataformas de inversión con los organismos reguladores oficiales y se almacenen las criptomonedas en carteras de hardware.
Los más de 40 millones de baht tailandeses de Michael Reinecke estaban destinados a una casa y una cafetería en Tailandia. En lugar de eso, se quedó sin un centavo y amargado.
Su historia es un duro recordatorio de que en el mundo de las criptomonedas no solo es imprescindible tener conocimientos, sino también una sana desconfianza.
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