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La Reserva Federal se encuentra en una posición delicada. Dentro del banco central estadounidense crece la división en torno a la política de tipos de interés, después de que el expresidente Donald Trump anunciara nuevos aranceles a productos extranjeros. La gran incógnita: ¿provocarán esos aranceles una inflación tal que impida futuras bajadas de tipos, o será el impacto menor? El presidente de la Fed, Jerome Powell, opta por un enfoque intermedio. No descarta recortes de tipos más adelante este verano, pero insiste en que los datos económicos de los próximos meses serán decisivos. Especial atención se está poniendo en la inflación y el mercado laboral.
Un ritmo más lento, pero sin señales de alarma
Una rebaja de tipos este mes parece descartada. No obstante, Powell ha dejado entrever que cifras moderadas de inflación o cierto debilitamiento del empleo podrían ser motivo suficiente para bajar los tipos a finales del verano. Esto supone una relajación respecto a las condiciones mucho más estrictas que imponía la Fed a principios de año. El cambio de tono está motivado por la estrategia comercial de Trump, quien en abril anunció de forma inesperada nuevos aranceles significativos. Eso generó preocupaciones sobre una posible estanflación, un escenario en el que la economía se desacelera mientras los precios suben. Desde entonces, Trump ha reculado parcialmente y ha extendido las negociaciones con otros países hasta agosto.
Los aranceles aún no se sienten en el bolsillo
Por ahora, las subidas de precios derivadas de los aranceles aún no se reflejan claramente en los datos. Aun así, muchos economistas esperan que esto cambie en las estadísticas de junio y julio. Por eso, la Fed prefiere esperar un poco más antes de tomar una decisión. Según el exfuncionario de la Fed, Robert Kaplan, las empresas pueden absorber aranceles del 10 % al 15 % sin trasladar inmediatamente los costes al consumidor. Solo cuando los aranceles son más elevados aumenta la presión sobre los precios.
La bajada de tipos se acerca, pero será limitada
Powell ha reiterado que el nivel actual de los tipos es «temporalmente alto» debido a los riesgos inflacionarios. Si las subidas de precios previstas no se materializan, el banco central podría retomar el ciclo de bajadas que había pausado. Sin embargo, la Fed mantiene una postura prudente. En las actas de la última reunión se refleja que una minoría del comité se opone a cualquier recorte de tipos en lo que queda de año. Alegan que cuatro años de inflación elevada han acostumbrado al público a precios altos, lo cual complica alcanzar el objetivo del 2 %.
Leales a Trump presionan para una acción inmediata
Llama la atención que dos miembros de la Fed, Michelle Bowman y Christopher Waller, quieren reducir los tipos ya en julio. Ambos fueron designados por Trump y argumentan que el impacto inflacionario de los aranceles es limitado. No consideran necesario esperar nuevos datos. Otros, como Tom Barkin, de la Fed de Richmond, se muestran más cautelosos. Señala que las subidas de precios a menudo tardan en aparecer, ya que los comercios venden inventario comprado previamente a precios anteriores.
Precaución como norma
El presidente Powell afirma que la Fed está abierta a la posibilidad de que los efectos inflacionarios de los aranceles sean menores de lo esperado, pero también quiere evitar una reacción prematura. “Estamos aprendiendo,” declaró esta semana. “Estamos abiertos a la posibilidad de que el impacto no sea tan fuerte como se pensaba.” Se espera una decisión sobre los tipos en septiembre. Hasta entonces, los mercados, las empresas y también los inversores en bitcoin estarán pendientes, ya que las decisiones de la Fed tienen gran impacto sobre los activos de riesgo. Según los datos actuales de la economía estadounidense, no sería necesario recortar los tipos. Pero si la Reserva Federal cede ante la presión política, eso podría ser muy positivo para bitcoin.