Foto: Volodymyr TVERDOKHLIB/Shutterstock
A primera vista resulta llamativo: el oro ha superado claramente al S&P 500 durante un largo periodo, a pesar de décadas en las que la innovación tecnológica, la digitalización y el crecimiento de la productividad fueron centrales. Sin embargo, esta comparación dice menos sobre una preferencia por el oro y más sobre cómo los mercados financieros han empezado a valorar el riesgo y la confianza.
¿Y qué consecuencias tiene esto para el precio de bitcoin? Eso es lo que analizamos a continuación.
¿Comparación engañosa entre el oro y el mercado bursátil?
La comparación suele hacerse desde el año 2000, un momento en el que las acciones estaban altamente valoradas y el oro apenas recibía atención. Lo que siguió fue una serie de sacudidas: el estallido de la burbuja puntocom, la crisis financiera, años de política monetaria extremadamente expansiva y un fuerte aumento de la deuda pública y privada.
Durante ese periodo, los rendimientos bursátiles se volvieron cada vez más dependientes de tipos de interés bajos y del apoyo de las políticas públicas. El oro no necesitó ese respaldo y funcionó sobre todo como red de seguridad en momentos de tensión.
Este patrón también explica la situación actual. Las acciones vuelven a situarse cerca de máximos históricos y descuentan la continuidad de un crecimiento estable, de beneficios sólidos y de la disposición de los bancos centrales a intervenir en caso de dificultades. Al mismo tiempo, el oro y la plata muestran un fuerte avance. Esto no es una contradicción directa, sino una señal de tensión en el mercado.
In the greatest century for technological advancement in the history of humanity, the world’s best performing stock market has been outperformed by a mineral…. three-fold pic.twitter.com/FJL20uqaaW
— zerohedge (@zerohedge) December 25, 2025
Señal del final del ciclo
Históricamente, este tipo de divergencia suele producirse al final de un ciclo económico. Las acciones reflejan un escenario básico favorable, mientras que los metales preciosos actúan como seguro frente a resultados menos optimistas. Esto no tiene por qué significar una corrección inmediata, pero sí sugiere que los inversores se están protegiendo frente a riesgos estructurales.
Estos riesgos son visibles en varios frentes. En China, el sector inmobiliario, que durante años ha sido el núcleo del patrimonio doméstico, sigue bajo presión. Los ahorros se están desplazando cada vez más hacia el oro. Al mismo tiempo, la congelación de las reservas extranjeras rusas tras la invasión de Ucrania ha minado la confianza en los activos de reserva tradicionales. Desde entonces, los bancos centrales, especialmente fuera de Occidente, están comprando oro a un ritmo acelerado y retirando la oferta física del mercado.
La plata refuerza esa señal. El metal tiene una función tanto monetaria como industrial, entre otras cosas en aplicaciones energéticas y tecnológicas. El aumento conjunto del oro y la plata indica que los inversores no están abandonando las acciones, sino preparándose para un mundo en el que la geopolítica, la deuda y el margen de maniobra política pesan más que las meras expectativas de crecimiento.
Es importante señalar que este movimiento no debe interpretarse como un rechazo a la innovación o al progreso económico. Se trata más bien de una revalorización de la confianza. Cuando los metales preciosos obtienen mejores resultados que las acciones durante un periodo prolongado, lo que suele revalorizarse no es el crecimiento, sino el grado en que ese crecimiento se considera sólido y sostenible.
¿Qué significa esto para el precio de bitcoin?
Para bitcoin, este desarrollo es relevante, pero no inequívoco. Históricamente, bitcoin se beneficia menos en una primera fase de las mismas condiciones que respaldan al oro. En periodos de mayor incertidumbre, menor liquidez y menor apetito por el riesgo, el capital suele permanecer todavía en los refugios tradicionales.
No obstante, ciclos anteriores muestran que bitcoin suele seguir con retraso. En 2020, el oro y la plata alcanzaron sus máximos meses antes de que bitcoin iniciara su fuerte subida. El patrón fue que el capital buscó primero seguridad y solo más tarde se desplazó hacia alternativas escasas y más volátiles.
Si la actual superioridad de los metales preciosos apunta efectivamente a una revalorización de la confianza y del margen de las políticas, esto podría resultar positivo para bitcoin a más largo plazo. No como refugio inmediato, sino como una forma alternativa de escasez en un mundo en el que la expansión de balances, la deuda y la fragmentación geopolítica siguen siendo temas estructurales.
En resumen: mientras el oro y la plata mantengan la preferencia, esto no es una señal bajista para bitcoin, sino más bien una fase dentro de una rotación más amplia. Solo cuando disminuya la necesidad de protección y la liquidez vuelva a ampliarse, se crea históricamente espacio para que bitcoin asuma parcialmente ese papel.
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