Foto: Guayo Fuentes/Shutterstock
Mientras la mayoría de los países se muestran cautelosos con las criptomonedas, El Salvador se aferra rígidamente a su estrategia Bitcoin. A pesar de un préstamo en curso de mil millones de dólares del Fondo Monetario Internacional (FMI), que impone restricciones al uso de Bitcoin, el país compró otros siete BTC esta semana. Esto eleva la oferta nacional total a 6.173 BTC, lo que supone más de $637 millones.
El Salvador se resiste a las exigencias del FMI
En diciembre de 2024, El Salvador firmó un acuerdo de préstamo de 1.400 millones de dólares con el FMI. A cambio, el país prometió dejar de utilizar bitcoin como moneda de curso legal, hacer que su uso fuera voluntario y poner fin a las compras subvencionadas por el Estado. Sin embargo, en la práctica, parece que al presidente Nayib Bukele y a su gobierno les importan poco estas condiciones.
Aunque el parlamento revocó formalmente el estatus de Bitcoin como moneda de curso legal a principios de 2025 , el país ha seguido comprando Bitcoin sin interrupción desde entonces. La prueba más reciente de ello se produjo esta semana, cuando se confirmó a través de la Oficina Oficial de Bitcoin de El Salvador que se habían añadido siete BTC más a la reserva nacional.
La Billetera Chivo, una iniciativa gubernamental que se suponía iba a ayudar a los ciudadanos a pagar fácilmente con bitcoin, también iba a ser privatizada según los acuerdos con el FMI. Sin embargo, esa reforma aún no se ha llevado a cabo en su totalidad, lo que subraya aún más la resistencia del Gobierno a las exigencias del FMI.
¿Una reserva nacional de Bitcoin como ejemplo?
El Salvador es actualmente el único país del mundo que sigue comprando bitcoin activamente en el mercado abierto. Según varias figuras destacadas de la industria de las criptomonedas, el enfoque del país sirve de modelo para otras naciones que estén considerando desarrollar una crypto estrategia. La idea central de esta táctica: utilizar Bitcoin como reserva estratégica, similar al oro.
El presidente Bukele tiene claras sus intenciones. En un post de X (antes Twitter) el 4 de marzo, reveló: «No, no va a parar. Si no se detuvo cuando el mundo nos condenó al ostracismo y la mayoría de los ‘Bitcoiners’ nos abandonaron, no se detendrá ahora, y no se detendrá en el futuro.» El mensaje es claro: la presión internacional o la publicidad negativa no impedirán que El Salvador siga comprando Bitcoin.
Los críticos, incluido el FMI, dicen que el tipo de cambio de El Salvador es arriesgado desde el punto de vista financiero y potencialmente perjudicial para la economía. Sin embargo, al gobierno parece importarle poco. Mientras el precio del bitcoin siga subiendo , lo que sin duda es el caso en el momento de escribir estas líneas, las compras a corto plazo serán más rentables que problemáticas.
Continúa la dicotomía entre innovación e influencia internacional
La situación en El Salvador ilustra bien el abismo entre las instituciones financieras tradicionales y los crypto movimientos innovadores. Mientras el FMI advierte de los riesgos de una dependencia excesiva del bitcoin, el Gobierno de Bukele ve en realidad oportunidades de crecimiento económico e independencia.
Que El Salvador acabe pasando a los libros de historia como un ejemplo o una advertencia dependerá de cómo se desarrolle el mercado de Bitcoin en los próximos años. Por ahora, está claro que el país seguirá trazando su propio camino, con o sin la aprobación del FMI.
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