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Una de las maravillas de la blockchain es que permite ver exactamente en qué direcciones están almacenados los bitcoins. De hecho, ya se sabe quiénes son los propietarios de la mayoría de las grandes direcciones.
Ahora que ya se ha minado el 95% de todos los bitcoins, es interesante observar cómo se han ido distribuyendo con los años.
Satoshi Nakamoto sigue liderando con algo más de 1 millón de bitcoins, aunque ya empieza a ser alcanzado por grandes jugadores como los fondos ETF (que poseen alrededor del 6%) y Michael Saylor (con un 3% aproximadamente). También en las grandes plataformas de intercambio se concentra cerca del 10% del total de bitcoin.
Los millones olvidados
La buena noticia es que alrededor del 75 % de todos los bitcoins sigue en manos de particulares. Si han sido precavidos, tendrán sus monedas bien protegidas en cold storage o delegadas a una entidad de confianza.
Pero justamente ahí es donde muchos lo han hecho terriblemente mal.
Se estima que unos 3,5 millones de bitcoins han terminado en el vertedero: irrecuperables en discos duros de ordenadores que se tiraron a la basura en los últimos años.
La tragedia de James Howells
Eso fue lo que le ocurrió a James Howells, de Newport (Inglaterra). Fue uno de los pioneros: ya en 2009 había minado más de 8.000 bitcoins, directamente en su PC, como se podía hacer entonces.
Pero en 2013, al cambiar de computadora, olvidó por completo su mina digital. Tiró el antiguo ordenador a la basura, sin recordar que allí estaban guardadas sus claves.
Años después, se dio cuenta de lo que había hecho… demasiado tarde. Sus bitcoins estaban enterrados bajo 110 toneladas de basura. Al precio actual, eso equivale a unos $8.000 millones de dólares. Como para volverse loco.
Howells calculó que recuperarlos costaría unos 16 millones de euros, y ya tenía los fondos reunidos. Pero el ayuntamiento se negó a permitir la excavación.
Inició una batalla legal, pero en marzo de este año perdió su última apelación.
Ahora está considerando comprar todo el vertedero para poder excavar por su cuenta. Las negociaciones siguen en curso. Continuará.
La moraleja de esta historia: cuida tu clave de recuperación con mucha atención.